El caso se ha llevado en Lisboa. Los médicos lo clasifican de “fenómeno de vida».
El cuerpo de su madre fue la “incubadora humana” que permitió continuar con el desarrollo del niño.
105 días. Es el tiempo que el bebé pasó en el útero de su madre después de que se la declarara en muerte cerebral por una hemorragia intracraneal. Ocurrió en el hospital central de Lisboa, convirtiéndose en uno de los casos en los que más tiempo se ha conseguido proseguir con el embarazo después del fallecimiento de la madre; de toda Europa.
La mujer era una paciente oncológica, de 37 años de edad, que antes de morir, dejó claro su deseo de apostar por la vida de su hijo. Por eso, cuando tras la hemorragia los médicos diagnosticaron su muerte, y comprobaron que la salud del feto era buena, consultaron al Comité de Ética, y tras su resolución favorable, decidieron mantener el cuerpo de la madre vivo artificialmente para que el bebé pudiera continuar su desarrollo.
Un comité científico se encargó de vigilar la evolución del feto, en la que no faltaron algunas complicaciones, fundamentalmente relacionadas con infecciones, pero que se detectaron y controlaron precozmente. La familia estuvo desde el primer momento de acuerdo con la decisión médica, aunque el ministerio fiscal estaba preparado para asumir la tutela legal del niño.
El varón nació el martes de la semana pasada, con 32 semanas, por cesárea y sin complicaciones. Actualmente se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos, a cargo del servicio de Neonatología. Su evolución es buena, y planean darle el alta para que pueda ir a casa con su padre.
“Fenómeno de vida” es el término con el que los médicos portugueses describían a esta “historia de contrastes”. Esta historia de una madre que supo cuidar de su hijo más allá de la propia muerte.